Toda la Institución está comprometida en dos actitudes que consideramos fundamentales: la aceptación incondicional y plena de la fe cristiana profesada por la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana y la adhesión filial y obediente a sus pastores.
Por ello, nos comprometemos firmemente a mantener, acrecentar y desarrollar con esfuerzo y perseverancia las enseñanzas del Evangelio y de la Tradición Cristiana, a la luz del Magisterio de la Iglesia, en la orientación y conducción del Colegio Santo Tomás Moro.
En comunión con el Magisterio de la Iglesia, sostenemos una concepción cristiana del hombre. Concepción que, incluyendo la defensa de los derechos humanos, coloca al hombre en la más alta dignidad, la de hijo de Dios; en la más plena libertad, liberado por Cristo del pecado mismo; en el más alto destino, la posesión definitiva y total del mismo Dios por el amor; lo sitúa en la más estrecha relación de solidaridad con los demás hombres por el amor fraterno y la comunidad eclesial; lo impulsa al más amplio desarrollo de todo lo humano, porque ha sido constituido señor del mundo por su propio Creador; le da, en fin, como modelo y meta a Cristo, Hijo de Dios encarnado, perfecto Hombre, cuya imitación constituye una fuente inagotable de superación personal y colectiva.
La verdadera educación, por lo tanto, se propone la formación de la persona humana, singular, racional y libre; en orden a su fin último y al bien de la sociedad, a través del cultivo del espíritu que amplía la capacidad de admiración, de contemplación y del sentido moral, religioso y social de la existencia.
El objetivo, por lo tanto, no es buscar sólo la madurez de la persona humana sino, ante todo, que los bautizados se hagan cada día más conscientes del don recibido de la fe.
Este objetivo fundamental encuentra su realización a través de tres líneas de trabajo:
FORMACIÓN HUMANA
Aspiramos a formar:
La inteligencia, no sólo por medio de conocimientos, nociones, ilustración e instrucción sino por medio de la sabiduría “que atrae con suavidad la mente del hombre en la búsqueda y el amor de la verdad y del bien”. (Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes 15).
La recta conciencia en la fidelidad a la ley de Dios y en la responsabilidad de los deberes personales y sociales, ya que ésta “da seguridad a la persona y a la sociedad para apartarse del ciego capricho y para someterse a las normas objetivas de la moralidad”. (Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes 16).
Criterios sólidos y propios, fruto de la responsable orientación del educando en el desarrollo de los aspectos positivos de la personalidad.
La voluntad y el carácter, promovidos por una acción firme y eficaz.
El aspecto físico, ya que nuestro cuerpo está llamado a ser templo del Espíritu Santo, es menester cuidarlo, respetarlo y fortalecerlo.
El aspecto social, superando cualquier ética individualista o que desconozca la idéntica vocación humana. Esta formación social exige un especial respeto y veneración a dos sociedades humanas: la familia y la patria, ya que son los ambientes que favorecen el auténtico crecimiento humano.
FORMACIÓN HUMANISTA CLÁSICA MODERNA
Este sistema cultural y educativo logra de manera especial el equilibrio armónico de las facultades humanas y la templanza artística.
La palabra de la Iglesia confirma la vigencia de los valores de la cultura clásica greco-latina en el mundo de la ciencia y de la técnica y la necesidad de su armonización. (Cf. Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes 55 y 56).
El aprecio prioritario de las humanidades clásicas no sólo no aísla al estudiante de su contexto geográfico e histórico, sino que, por el contrario, le permite conocer y valorar las raíces de la tradición occidental a la que pertenece, a la vez que le agudiza su sentido crítico.
FORMACIÓN CRISTIANA
La apertura del hombre a lo trascendente está en la raíz de su ser y la dimensión religiosa configura un elemento constitutivo de su vocación. La formación cristiana no es algo añadido o superpuesto, es el coronamiento y la fuerza rectora de la formación integral. “El hombre podrá crear un mundo sin Dios, pero lo creará en contra del hombre”. (Pablo VI Encíclica Populorum Progressio 42).
La fe eleva y transforma al hombre y, con la luz de la revelación, el hombre descubre el sentido de su historia. (Cf. Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes 15). En Cristo y por Cristo se ilumina el misterio del hombre.
No se entiende una educación en libertad sin el apoyo de la Gracia, en la que Cristo nos ha engendrado y que nos es transmitida por la Iglesia a través de los Sacramentos. Buscamos vivir el misterio de la Iglesia donde la fe viva y comprometida que da respuesta a todos los interrogantes del hombre, y la caridad operante tienen su medio adecuado y su garantía de eficacia.
La Santísima Virgen María, en cuyo seno se modeló Jesucristo, el Salvador, es el modelo y el molde donde se formará el cristiano. El colegio aspira a acrecentar en el corazón de sus alumnos una devoción interior, tierna, santa, constante y desinteresada hacia la Santísima Madre.
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FUNCIÓN:
La escuela ejerce una función social insustituible, pues hasta hoy se ha revelado como la respuesta institucional más importante de la sociedad al derecho de todo hombre a la educación y como uno de los factores más decisivos para la estructuración de la sociedad.
En virtud de su misión corresponde a la escuela:
Cultivar con asiduo cuidado las facultades intelectuales, creativas y estéticas del hombre.
Desarrollar rectamente la capacidad de juicio, la voluntad y la afectividad.
Promover el sentido de los valores.
Favorecer las actitudes justas y los comportamientos adecuados.
Introducir en el patrimonio cultural conquistado por las generaciones anteriores.
Preparar para la vida profesional.
Fomentar el trato amistoso entre los alumnos de diversa índole y condición, induciéndolos a comprenderse mutuamente.
NOTAS DISTINTIVAS:
Crear en la comunidad escolar un ambiente animado por el espíritu evangélico de libertad y caridad, ayudar a los educandos a que en el desarrollo de la propia persona, crezcan según la nueva creatura que por el bautismo han sido hechos, y ordenar toda la cultura humana según el mensaje de la salvación, de manera que el conocimiento que gradualmente van adquiriendo del mundo, de la vida y del hombre, quede iluminado por la fe.
La comunidad del Colegio Santo Tomás Moro está integrada por la Comisión Rectora; el Personal Directivo, Docente, Administrativo y Auxiliar; los Alumnos; los Padres de los Alumnos y los Ex-alumnos.
La armonía y colaboración que deben conformar toda comunidad será el signo más patente de la unidad con los objetivos enunciados. El fundamento de las relaciones comunitarias está en el cumplimiento de las responsabilidades particulares.
Será una preocupación permanente la jerarquización en todos los niveles, el mantenimiento del orden y la valoración de una disciplina prudente y severa que contribuya a la recta formación del alumno.
PERSONAL DIRECTIVO:
Asume la tarea de mantener la conducción pedagógica y técnica y, a través de ella, acrecentar el espíritu y los objetivos fundamentales del Colegio Santo Tomás Moro. Su identificación total con los mismos es condición necesaria para el desempeño de sus funciones.
PERSONAL DOCENTE:
El docente que se incorpora al Colegio debe sentirse consubstanciado con los objetivos fundamentales, ya que su comportamiento al respecto, marca en forma inmediata la validez de los principios que regulan el quehacer de la Institución.
Su presencia no puede ser la de un mero instructor o expositor sino la de un verdadero educador que, con su palabra, sus gestos, su ejemplo suscita el respeto y el aprecio y crea el clima apropiado para el estudio.
El ejercicio de la cátedra implica un respeto a las asignaturas y a los alumnos. En el primer caso surge la necesidad del amor a la verdad y del rigor científico; en el segundo, la prudente conjunción de comprensión y exigencia.
PERSONAL AUXILIAR:
Es educador con el ejemplo, el buen trato, su disponibilidad a servir y la corrección en el desempeño de sus tareas.
ALUMNOS:
La preocupación prioritaria es la de su propia formación en la búsqueda de la autenticidad, a través de la rectitud de conciencia y de la creciente capacitación intelectual. La responsabilidad en sus deberes, en el estudio, en la disciplina, en el respeto, en el orden, en el aseo y en la conducta son elementos importantes en esta formación.
En su formación intelectual acrecentará el amor a la verdad, por medio del estudio consciente, el afán investigador y una dedicación sin desmayos. No hay verdadera formación sin sacrificio y, por lo tanto, en la austeridad, la renuncia y el dominio personal cimentarán la firmeza de su carácter. Sobre la solidez de estos fundamentos será posible encarnar el Ideal del Colegio: “Lucidez y Coraje al servicio de la Verdad”.
Deben desarrollar una ordenada cultura física ya que ésta, de acuerdo con la sentencia latina “Mens sana in corpore sano”, asegura un mayor rendimiento espiritual.
Con sus compañeros establecerán vínculos fraternos basados en el respeto y la amistad.
El Colegio proporcionará oportunidades tales como celebraciones litúrgicas, encuentros y retiros espirituales, conferencias, etc., para que logren consolidar todas estas virtudes, profundizando su fe y comprometiéndose a una vida de caridad y servicio. Fuera del establecimiento su conducta deberá ser fiel reflejo de las orientaciones y enseñanzas del Colegio Santo Tomás Moro.
PADRES:
Afirmamos el derecho y el deber, natural e indelegable, de los padres a la educación de sus hijos, razón por la cual el Colegio asume un rol subsidiario. ”La primera fuente de la educación es la familia. En ella los hijos, en un clima de amor, descubren fácilmente el verdadero sentido de las cosas y se imprimen, de modo casi inconsciente en el alma de los niños formas probadas de cultura a medida que van creciendo” (Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes 61). “Este deber de la educación familiar es de tanta trascendencia que, donde falta, difícilmente pueda suplirse” (Concilio Vaticano II, Gravissimum Educationis 3).
El propio ejemplo y el testimonio personal de los padres son el punto de referencia para la vida cristiana de sus hijos, por ende, acompañarán con su comprensión, apoyo y estímulo el esfuerzo del Colegio en orden a la formación intelectual, moral, religiosa y disciplinaria.
EX-ALUMNOS:
Son la prolongación del Colegio y los exponentes calificados de su sistema. Integran la comunidad educativa en cuantos partícipes de su estilo, de su espíritu y de su mística.
Un deber de gratitud los vincula al establecimiento y su continuo aporte puede enriquecer a las nuevas generaciones.